Un yerbal singular, donde en el 2010 se inició la inédita experiencia de devolver el “monte al yerbal” o el “yerbal al monte”; cobra éxito en el establecimiento El Rocío, en Santo Pipó: se plantaron especies nativas en la misma superficie donde está la yerba y se fue evaluando el resultado año tras año, con muy buenas conclusiones.

Diez años después, quienes realizan el seguimiento indican que anchico, loro negro y lapacho son las especies nativas más amigables en el yerbal; también el cedro australiano y la grevillea. La densidad aconsejable es de 30 árboles por hectárea, con lo que se logra un equilibrio entre la luz y la sombra que necesita el cultivo, lo que provoca mejoras en el suelo y mejor rendimiento productivo, además de un ambiente más amigable para los propios tareferos. 

Eso, sumado a una correcta poda (tres cortes en el año, siempre dejando un 30 por ciento de hojas y ramas en cada planta), y suelos con cubiertas verdes, permiten un rendimiento promedio de más 15 mil kilos de hoja verde por hectárea.

En las especies nativas se probaron las de valor forestal y de ambiente, ya que la fauna, sobre todo las aves, está adaptada a ciertas especies. Entre los beneficios de devolver un ambiente más natural al yerbal se encuentra la posibilidad de devolver la fauna benéfica para el control de plagas y prescindir de agroquímicos para el manejo de la plantación. Las especies forestales nativas que se estudiaron son Cañafístola, Loro Negro, Guatambú, Lapacho, Araucaria, Anchico y Timbo.

La experiencia se inició con el apoyo del Instituto Nacional de la Yerba Mate en cubiertas verdes, y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria y la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad Nacional de Misiones en la plantación de árboles. Hoy cubre gran parte de la superficie del Establecimiento El Rocío y continúa replicándose, actualmente en un cuadro del yerbal plantado en el año 1930. El establecimiento pertenece a un empresario que vive en Italia y viene cuatro veces al año. Lo heredó de su padre, uno de los médicos colonizadores de Santo Pipó. 

 El proyecto concluye este año y busca puntualmente generar información respecto al proceso de interacción entre los árboles y la planta de yerba mate, sumado al manejo que conviene hacer de la plantación. Se midió el comportamiento de 7200 plantas de yerba y 4800 árboles.

Se trata de un ensayo complejo, no solo por su magnitud, sino también por la diversidad de especies que involucra. Se eligieron 13 especies forestales; 7 de ellas nativas y 6 exóticas a los fines de poder evaluar los efectos de la consociación y los comportamientos tanto de los árboles como de la planta de yerba mate. 

Aquí, el árbol de la selva misionera, la yerba mate, se levanta vigoroso, generando miles de hojas, agradeciendo quizás la compañía de sus pares y el buen trato que le asignan los técnicos y los tareferos; es un ida y vuelta, la naturaleza misma, donde la clave para que se beneficien todos está en el respeto por todas las formas de vida y el cuidado mutuo.

Informe: Cristina Besold